La vida de cualquier tipo de proyecto, trabajo, actividad de cambio o desarrollo colectivo está íntimamente ligada a las relaciones interpersonales de los miembros de los equipos de trabajo.
En cierto momento leí: "Siempre pensé que la totalidad es la suma de las partes, hasta que comencé a trabajar en equipo"
Realmente el trabajo en equipo, bien gestionado, tiene efectos multiplicativos. La Inteligencia emocional es el lubricante necesario para el buen funcionamiento del grupo.
Por tanto el "jefe de proyecto" como elemento nucleo del grupo debe catalizar las fortalezas y debilidades de sus miembros así como guiar hacia lo que se ha denominado estado de flujo grupal.
Desde el punto de vista de perfiles netamente técnicos este tipo de discursos están completamente bañados en la subjetividad, creo que hay gran parte de razón en esa afirmación, ya que los mecanismos grupales están íntimamente ligados al tipo de organización, tipo de sociedad y de cultura así como la sensación continua de sentir presiones por esfuerzos cognitivos no recompensados.
Pero no por ello podemos obviar el "elemento emocional" y menos aún con las tendencias organizacionales actuales, donde se forman equipos ad-hoc autogestionados de caracter provisional y acostumbrados a trabajar por objetivos. Al igual que un conocimiento técnico, el desarrollo o mejora de una competencia emocional es aprendible, ensayable y por supuesto mejorable.
En los siguientes capítulos se desgrana un modelo de aprendizaje de referencia. Un buen jefe de proyecto debe al menos conocer y fomentar buenas prácticas de este tipo de habilidades.